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La Guitarra Clásica

Sus orígenes:

El origen exacto de la guitarra puede ser algo difícil de ubicar exactamente en el tiempo, sin embargo, podemos decir que empezó a ser utilizada durante el siglo XVI y convivio con otros instrumentos de cuerda pulsada de la época, que igualmente podrían considerarse antecesores de la guitarra moderna, como lo son la vihuela y el laúd. Estos instrumentos gozaron de gran popularidad entre la nobleza europea mientras que la guitarra se ocupaba en ambientes más casuales principalmente para acompañar canciones o danzas, sin embargo, a fines del siglo XVI cuando el renacimiento empieza a dar paso al barroco la guitarra empieza a sustituir paulatinamente a la vihuela en la música de salón logrando asentarse en los círculos musicales de toda Europa.

Durante el siglo XVII tiene un gran desarrollo tanto técnico como musical. Es durante este periodo que destacan compositores como Gaspar Sanz (1640 – 1710), Santiago de Murcia (1673 – 1739), Francisco Guerau (1649 – 1722), Jean-Baptiste Lully (1632 – 1687) y Francesco Corbetta (1615 – 1685).

Durante el siglo XVIII la guitarra vive importantes cambios a su construcción, cambiando las cuerdas dobles (llamadas ordenes) por cuerdas simples y aumentando una sexta cuerda en el bajo – siendo que lo más común hasta ese momento eran las guitarras de cinco ordenes – pasando así a una construcción más similar a la guitarra que conocemos hoy en día.


El Siglo XIX y XX:

Es durante estos siglos cuando la guitarra logra conseguir su aceptación como instrumento de concierto, primeramente, durante el siglo XIX, gracias al aporte de grandes concertistas y compositores como Fernando Sor (1778 – 1839), Dionisio Aguado (1784 – 1849) y Mauro Giuliani (1781 – 1829) quienes estuvieron altamente involucrados en los círculos musicales de Europa y desarrollaron importantes carreras como concertistas, pero también como compositores creando importantes obras para el instrumento así como adoptando la escritura en notación musical en lugar de la tablatura que era lo que comúnmente se usaba para escribir la música del instrumento hasta ese momento y creando series didácticas para el estudio y la formación técnica de los guitarristas, las cuales se siguen usando hasta el día de hoy. Igualmente, figura clave a finales de este siglo es Francisco Tárrega (1852 – 1909) quien cumple un rol fundamental, tanto como compositor del periodo romántico para la guitarra, así como su rol pedagógico, siendo el maestro de importantes figuras del siglo XX como Emilio Pujol, Miguel Llobet, Josefina Robledo y otros.

En segundo lugar, durante el siglo XX la exposición de la guitarra aumento considerablemente, así como su uso como instrumento de concierto solista se fue desarrollando más de la mano de eximios guitarristas españoles de la época, así como el interés que le demostraron varios compositores destacados quienes empezaron a escribir música nueva para el instrumento. Importante es la figura de Andrés Segovia (1893 – 1987), quien fue quizás el más famoso de ellos, así como el primero que motivo a compositores no guitarristas a componer para el instrumento.

La Guitarra Clásica en Chile:

Si bien la guitarra estaba presente en nuestro país desde el siglo XVI traído por los conquistadores españoles, no alcanza un espacio en las salas de concierto ni en el circulo musical profesional hasta finales del siglo XIX momento en el que el instrumento hace su debut concertista de la mano del guitarrista español Antonio Jiménez Manjón en 1893 y posteriormente – ya en el siglo XX – con conciertos de Miguel Llobet, discípulo de Tárrega, y luego el mismo Andrés Segovia quien se presenta dos veces en el Teatro Municipal de Santiago.

Es también durante este periodo que se instaura la primera catedra de guitarra en el Conservatorio Nacional de Música a cargo del guitarrista argentino (hijo de españoles) Albor Maruenda quien había estudiado en España con Josefina Robledo, discípula de Tárrega. Es de la mano de él que se introduce la llamada “escuela de Tárrega” en la formación guitarrística de nuestro país, siendo sus dos alumnos más destacados; Arturo González y Liliana Pérez Corey, siendo ésta última quien asumió el cargo de la catedra de guitarra el año 1947, después de que Maruenda dejara el país, y luego de perfeccionarse con maestros importantes en España entre ellos Emilio Pujol y Regino Sainz de la Maza.

Es a partir de este momento que la guitarra clásica en Chile empieza a crecer rápidamente con muchos exponentes importantes dedicados tanto a la pedagogía como a la interpretación, pasando por Luis López, Eulogio Dávalos, Ernesto Quezada, Oscar Ohlsen, Alejandro Peralta, Eugenia Rodríguez y por supuesto Ana María Reyes.

Texto escrito por: 

Josué Flores Silva